Femicidio en Ecuador: Etnografía del Subregistro Estadístico
EthnoData permite realizar preguntas cualitativas sobre datos cuantitativos, por ejemplo: ¿Por qué los datos de femicidio generan sistemáticamente subregistros en el país? Para contestar esta pregunta es necesario usar varias capacidades y artefactos de la plataforma: el visualizador de datos, entrevistas a expertos y la curaduría de imágenes sobre femicidio. Estos insumos y artefactos de EthnoData muestran que existen al menos tres factores que generan subregistros en las cifras de femicidio.
1. Femicidio en el sistema de clasificación de muertes violentas
El femicidio, junto con el sicariato y el delito de odio con muerte, son los tipos penales más recientes en el sistema de clasificación de muertes violentas ecuatoriano - Código Orgánico Integral Penal (COIP). Toda tipología define elementos exclusivos que distinguen una categoría de otra. Por ejemplo, la diferencia entre asesinato y homicidio radica en la planificación del primero y la impremeditación del segundo. Sin embargo, lo que hace al femicidio tal es mucho más abstracto y difícil de probar: las relaciones de poder.
2. Las cifras de femicidio ocultan los imaginarios de violencia de género
La estadística oficial sobre femicidio no logra dar cuenta de la magnitud de este fenómeno de violencia de género en el país. A diferencia de otro tipo de muertes violentas, el femicidio está inscrito en imaginarios emergentes altamente politizados, confusos para las agencias de seguridad pública, la naturalización de la violencia, el machismo y misoginia estructural, muchas veces, desconocidos para la ciudadanía.
A pesar del inmenso trabajo desplegado por las colectivas feministas con el fin de visualizar el femicidio en la esfera pública nacional, las instituciones estatales operan con marcos de referencia excluyentes y discriminatorios, limitando las capacidades forenses y criminalísticas de medicina legal. Por ejemplo, los imaginarios policiales sobre femicidio, que influyen directamente en el levantamiento de cadáveres, suelen poner en cuestión la existencia misma del femicidio en función de otro tipo de muertes violentas.
Los partes policiales que alimentan la base de datos de muertes violentas de mujeres muestran 157 casos en el periodo 2014-2018 que cumplen con las características típicas de un femicidio pero que no fueron registrados como tal. Por ejemplo, ocurren en lugares privados, en la variable “motivación” se identifica violencia intrafamiliar o sexual, y fueron perpetrados en su mayoría con armas blancas.
La exploración de estos 157 casos, tipificados como asesinato u homicidio, revela que hay un subregistro donde claramente la condición de género jugó un papel protagónico. La mayoría de estas muertes suelen tener entre sus causas historias sobre “celos”, separación de la pareja o antecedentes de violencia doméstica. El lenguaje utilizado por la policía para relatar las circunstancias de muerte de las mujeres contiene imaginarios. Frases como “problemas pasionales”, o “problemas familiares” frecuentemente se utilizan para enunciar situaciones que son violencia de género, y que de reconocerse como tal facilitaría el registro de femicidios.
Finalmente, los medios de comunicación también juegan un papel clave en la construcción de imaginarios de violencia de género. Por ejemplo, las riñas son la mayor causa histórica de homicidios en hombres, es decir, de muertes violentas no planificadas. Las riñas son, además, conglomerados de imágenes privilegiados en la crónica roja de noticieros y periódicos. Esta retroalimentación entre riñas y medios permite que la ciudadanía con poco esfuerzo asocie una riña con espacios públicos e interacciones masculinas en calles (VER ENSAYO SOBRE RIÑAS)
Figura 1. Registro anual de muertes violentas por sexo
Fuente: 2010-2020 Polícia Nacional
Por otro lado, las mujeres mueren 10 veces más en espacios privados como hogares y centros de educación que los hombres. Las motivaciones del femicidio suelen estar ligados a aspectos emocionales. Las imágenes, que se publican sobre estos crímenes en medios de comunicación, repiten incansablemente escenarios idénticos: la casa de la víctima, el cuerpo cubierto con una sábana en una cocina, un patio, un dormitorio, los familiares y vecinos conmocionados en la puerta al lado de una ambulancia o patrulla. Si bien también se encuentran, en menor medida, imágenes de víctimas de femicidio en quebradas, ríos, campos, cuando los cuerpos han sido llevados hasta esos espacios con el fin de esconder evidencia, dichas imágenes se mezclan y desvanecen con el resto de producción audiovisual de muertes violentas en el país. No problematizan las relaciones sociales de cercanía e intimidad que estructuran al femicidio y se traducen en desinformación visual (Ver CURADURÍA FEMICIDIO). Esto no solo se traduce en desinformación visual, sino que constituye un obstáculo a la hora de situar la discusión sobre femicidio y problematizar las relaciones sociales de cercanía e intimidad que lo estructuran.
Figura 2. Registro anual de muertes violentas por tipo de lugar
Fuente: 2010-2020 Polícia Nacional
Pero no solo los medios de comunicación definen la cultura visual del femicidio. Fuerzas de seguridad pública como la Policía Nacional y entidades gubernamentales como el Ministerio de Gobierno aportan con imágenes y audiovisuales que saturan el horizonte interpretativo del femicidio. Anuncios de femicidas buscados y capturados coexisten con eventos académicos y reuniones que sirven para rendir cuentas y hacer propaganda política. Esto es percibido por las colectivas feministas como un intento de capitalizar la lucha por la visibilización del femicidio, al mismo tiempo que presenta a los femicidas como personas enfermas o antisociales en lugar de ser representados como personas comunes que ejercen poder por sobre una mujer producto de relaciones patriarcales, machistas y violentas que lamentablemente son de las actitudes más comunes y cotidiadas en nuestras relaciones y en nuestra sociedad.
Finalmente encontramos el trabajo de medios de comunicación alternativos, que a través de crónicas, infografías, artes digitales, abordan el femicidio desde el periodismo investigativo, dando voz a familiares y colectivos feministas. Sus publicaciones intentan evitar el sensacionalismo y no están destinadas a desaparecer después de ser consumidas brevemente. Por lo tanto estas notas no contribuyen al subregistro del femicidio en el país, sino que son una herramienta para analizar estos crímenes desde su complejidad, siendo un archivo digital en ciernes sobre el femicidio en el Ecuador.
3 La situación del femicidio dentro de la Fiscalía General del Estado
Ethnodata mantiene conversaciones con fiscales que informan sobre la reproducción de masculinidad hegemónica en sus despachos. Humillación, burlas, infantilización, acoso laboral, o simplemente obstaculización del trabajo son algunas de las prácticas que reciben las fiscales de sus colegas.
La sensibilidad no está permitida en las salas fiscales. El espacio hipermasculinizado de la justicia asocia la feminidad con “bajas pasiones”, emocionalidad, irracionalidad. Este discurso estereotípico reafirma el status quo de los jueces varones sobre la deliberación de las mujeres -profesionales de la justicia y en general. Incluso, cuando la empatía juega como motor de celeridad y eficiencia.
El problema no concluye ahí. Las fiscales cuya preparación académica incluye estudios en género, y por lo tanto cuentan con mejores recursos argumentales para explicar el femicidio, encuentran a la par una obstaculización abierta en sus trayectorias laborales.
No tenemos una unidad que investigue crímenes de mujeres. Tenemos hasta para abigeato. Pero no tenemos crímenes de mujeres. Entonces esa siempre ha sido la lucha [...] Se solicitó que se forme una brigada de investigación de crímenes contra mujeres, en lo que es femicidios y violencia sexual. Entonces por ahora continúa una brigada dentro de la policía judicial que sin especialización está realizando estas investigaciones. Pero debe ser especializada, realmente debe ser especializada para investigar [femicidios y transfemicidios].
Hasta ahora no he visto una sola mujer que defienda femicidas. En personas y garantías han habido dos fiscales mujeres. Y fue un varón el que le dijo a una de ellas que ya no necesitaban sus servicios en seguridad y que salga, que deje el cargo, a pesar de que ella tenía sus estudios en investigación criminal. En ese aspecto las mujeres enfrentamos bastantes cosas.
Un abogado pomposo vino un día acá. Y me dice que quiere entrar y participar, yo estaba haciendo una investigación de un delito. Entonces estaba el ciudadano que iba a dar su versión con tres abogados, y encima de eso le acompañaba alguien más. Querían vigilar que no actuemos duramente, con todo el poder punitivo del estado frente al señor. Entonces justo veo que entra [el abogado pomposo] y le digo: disculpe ¿usted para qué entra? Tenga la gentileza de salir, esta indagación es reservada porque estamos en indagación previa, y usted puede esperar afuera. Usted sabe que no puede estar aquí, ni escuchar, mucho menos como funcionario público. Tenga la gentileza, abandone mi oficina. Y se me ríe y me dice: disculpe, supongo que estoy hablando con la secretaría ¿no? Y le digo: señor doctor, le comento que por suerte las mujeres ya no solo somos secretarias, también somos fiscales; y me presento, soy la agente fiscal y apegada a la ley le pido que tenga la bondad de salir de mi oficina.
Entonces ese es el trato que nosotras nos enfrentamos acá del abogado litigante varón frente a los derechos de las mujeres. Nos enfrentamos al cliente machista, el abogado machista, y dios nos libre quién más en el camino.